miércoles, 26 de mayo de 2010

Capítulo Noveno

Después de un sueño demasiado incómodo, me desperté y lo único que hice fue coger el folio pequeñín que me había dado Santi, y volverlo a leer.
Se me había pasado algo por alto y después de leerlo fui corriendo a coger el teléfono :

P.D. : ¿ Podrás llamarme, verdad ? 630.06.32. Gracias & que sepas que algún día nos iremos juntos a Nueva York y luego iremos a Italia, solo para comer pasta :3 Te quiero.


Sonreí, con el teléfono ya en la mano, marqué...y esperé.

''El teléfono al que llama está apagado o fuera de covertura en estos momentos. Porfavor, intentelo más tarde''

Bueno, así que estaría durmiendo y dejaría el teléfono apagado. Me tiré en la cama una vez más, intentado pensar...todo lo que me estaba pasando. Todas mis ideas daban vueltas. Cuando había llegado de Nueva York deseaba irme otra vez, pero ahora, ahora todo era diferente. Santi, que apenas lo conocía, había cambiado mi vida. Ya no estaba segura de si volver a Nueva York...si él no venía conmigo, no quería hacerlo. Aunque me dieran otra beca, aunque me cedieran a acabar mi carrera de psicolgía allí. Si venía él, lo haría. En Nueva York todas las playas quedaban lejos de dónde yo estaba, y apenas me acercaba a la playa como lo hacía en aquí, en casa. Así que, si me iba necesitaba a Santi. Santi era la suave, dulce voz del mar...
Me fui a duchar. Más agua, más libertad...
Mi ducha fue más larga de lo normal...unos 20 minutos metida ahí, debajo del agua. La verdad, no sé que me pasaba con el agua...la amaba. Sí, suena extraño. Ni aire, ni tierra, ni fuego...el agua. Mi padre me había enseñado mucho sobre ella. Teníamos un barco, que ya no tenemos, en el que siempre me gustaba ir, bucear...pero eso si, siempre a su lado. Era su niña pequeñita e incluso cuando nació Daniel, lo seguía siendo...¡ Daniel ! ¡ Eva !
Era demasiado tarde para pensarlo ya, ya estaba fuera de la ducha. Secada, vestida con toallas...y aun sin saber la ropa que poner. Decidí apartar el pensamiento de Eva & Daniel de mi mente pensando qué ropa ponerme. Me pasé unos 10 minutos frente al armario y , al final, me decidí : camiseta NY, chaqueta negra de punto, pantalones vaqueros-medio gastados y converses rojas. Nada especial, algo típico...Puse mi música: When you say nothing at all (Ronan Keating) y derrepente...

-Caaaaaaaariño ! ¿ Es que no oyes el timbre ?
-Mamá, ¿ qué timbre ?
- ¿ Qué timbre va a ser ? ¿ El del vecino de enfrente ?
- Vaaaaaaaaale, ya voy.

Dejé la música encencida y bajé a abrir a puerta. Nadie me esperaba, y por lo que veía, nadie esperaba a Mamá tampoco...

- Hola, fea. Sé que estás enfadada, pero vengo a hablar contigo. Hablé con Santi, y de eso también tenemos que hablar pero antes, solo quiero que sepas que te quiero & que me escuches con atención, te lo contaré todo con detalle.

Era ella, sí, era mi mejor amiga.

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